Jun / 22 / 20

FOTOGRAFÍA

Postales del nuevo mundo en Bogotá

La ventana: el escape de casa en tiempos de cuarentena. No todo es videollamadas, pantallas y loza sucia.

Un marco de aluminio sostiene una pieza alargada de policloruro de vinilo que divide dos mundos: el de una casa y el del mundo exterior. La ventana, que originalmente fue creada para que la luz y el viento entrara, ha sido durante la cuarentena nuestro único contacto con el mundo exterior, un aliado para que no nos volvamos locos en el encierro y una salida de la rutina de los días que empiezan a parecerse al día anterior.

Por María Rodríguez

El mundo en cuarentena abarca lo que nuestra vista por la ventana alcanza.

Entonces, parece ser que el salvavidas de esta época es el contacto social, no el aislamiento. Por eso, de pronto, las cortinas están más abiertas, nos hemos tomado el tiempo de ver por la ventana, le hemos puesto más atención a los movimientos del vecino y vemos con curiosidad a los transeúntes ocasionales.

Le pedimos a amigos de alrededor de Bogotá que nos mostraran su ventana o su vista diaria, con ánimos de que sean las postales del nuevo mundo.

Rafael, 30 años
Esta es una visita improvisada de mi mamá después del trabajo a la seis de la tarde, y el atardecer nos regaló más que su luz cálida. Este clima bogotano tan bipolar, entre sol y lluvia, sin que ninguno predomine, permitió que apareciera un arcoiris, la mejor manera de hacer que un momento cualquiera se convierta en un recuerdo particular.
Cuarentena en ventana

Diego, 26 años
Ahí vamos. Estoy tratando de retomar mis clases de idiomas, pero no hay muchos estudiantes, los que tenía antes de todo esto me dieron la espalda (entendible por la situación económica) y pues me sentí como a la deriva. Ahora me dedico a mis plantas y ya.

Con mis vecinos vamos a empezar a hacer una huerta en una jardinera grande del conjunto. Varios vecinos se han querido unir para distraerse. Vamos a sembrar tomates, sandías, habichuela, cebolla roja, lechuga, cilantro y cannabis.

No hemos podido empezar porque había un panal de abejas que los bomberos tuvieron que bajar.

Yo tengo en mi casa dos plantas de cannabis, una acaba de germinar. Sembré cilantro pero se lo comieron unos bichitos, entonces hice un insecticida con ají, cebolla, ajo, jabón potásico y neem. Además, tengo un brote de manzana y unos aloes.

Laura, 31 años
Las calles siempre están solas, pero se escuchan muchas cosas. Me parece que en los barrios populares las paredes son más delgadas, entonces he escuchado episodios de violencia intrafamiliar. Los vecinos deben tener unos ocho hijos y se gritan todo el día, especialmente cuando llega la hora del almuerzo o de la comida.

Cuarentena Ventana

Maximiliano, 25 años
La vista que más me gusta y la que menos. Otro día acaba y no produje nada, a las nubes eso no les importa.
Cuarentena Ventana

Camila, 23 años
Esta es la foto de mi sala. La silla es donde me siento a leer y donde invierto gran parte de mi día. Estuve en una finca por mucha parte de la cuarentena y volver a la ciudad fue muy extraño.

La primera cosa que me sorprendió fueron unos pájaros negros pequeños que nunca había visto en Bogotá y que ahora no dejo de ver mientras me siento en esa silla. Busco y no encuentro qué especie es, pero me sorprende que ahora aparecen todo el tiempo. Siempre he leído en esta sala y los apartamentos solían estar desocupados. Ahora, en el apartamento de enfrente, hay un columpio en el que juega un niño con una mujer. Las salas ahora están ocupadas por muchas personas. Hay personas trabajando todo el día en frente de sus ventanas.

Lo otro que me sorprende es el poco ruido que viene de la autopista. Estaba acostumbrada a ver trancón a cualquier hora del día y ya no hay más.

El ruido de la calle disminuyó y ahora el ruido viene de dentro de mi casa.

Cuarentena Ventana

Ana Daniela, 27 años
Cada atardecer es un momento para agradecer. Agradezco por el canto de las pájaros, por las palmas que han dado frutos, por la poca contaminación auditiva y por mi lugar seguro: mi casa. A pesar de que la cuarentena ha traído muchos nuevos visitantes, los vendedores de bolsas de basura, vendedores de Eucalipto y cantantes, estos nunca serán tan molestos como la acumulación de carros y sus pitos desesperados.
Cuarentena Ventana

Camila, 24 años
Cada mañana me asomo desde la ventana a ver la huertica que hicimos con mis papás en el jardín tras el comienzo de la cuarentena. A veces les canto o recito canciones, porque quiero que crezcan felices, y verlas crecer me da felicidad a mí .
Cuarentena Ventana

Sofia, 26 años
Mi vista lluviosa y desierta, pero muy colorida.
Cuarentena Ventana

Daniela, 30 años
Amarilla equilibrista: de pie sobre un poste. Mi gata Amarilla es mi vista de todos los días, le he enseñado mucho trucos en la cuarentena, uno de ellos en la foto.
Cuarentena Ventana

Laura, 29 años
Me gusta mucho la ventana de mi cuarto. Me gusta la luz que se filtra y el ambiente que le da a mi habitación, la vuelve un lugar especial para los momentos de angustia en cuarentena
Cuarentena Ventana

Felipe, 28 años
Aquí el Covid no se ve, pero tampoco se ve casi gente. Solo carros y valientes enchancletados que van por el mercado. Se ven venezolanos pidiendo ayuda en el Ara, y en las noches también he visto a otros venezolanos robándoles los mercados que les dan los funcionarios. El único superhéroe del encuadre es la señora que vende los aguacates, todos la miran, la buscan por la ventana y saltan de emoción cuando la encuentran, hoy no ha llegado.

Cuarentena Ventana

Daniela, 30 años
Veo esporádicamente vecinos, aunque es más que todo luces que se prenden y se apagan. Mi cosa menos preferida son las rejas porque me hacen sentir (más) encerrada. Y la más favorita es el cielo a lo lejos y que, cuando llueve, veo y escucho la lluvia muy claramente.
Cuarentena en la ventana

Germán, 27 años
Sin darnos cuenta naturalizamos el hecho de tener ventana.

Tomás, 23 años
La vida, ese constante paralelo entre la casualidad y la causalidad, producto de las decisiones que tomamos a diario, que a su vez determinarán lo que será nuestro futuro. Este fue mi caso cuando me dirigía a Valencia, España dos semanas antes de que iniciara el estado de alarma, situación que no imaginaba y que me obligó a quedarme allí, y poco a poco se fue convirtiendo en mi nueva casa.
Veía a través de la ventana como se creaba una nueva cotidianidad. En esta imagen, tomada el cinco de abril a las ocho de la noche, un homenaje al personal de la salud que siempre está ahí con la misión casi utópica de mejorar la calidad de vida de las personas.
Desde la ventana cuarentena
Por María Rodríguez

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