¿Qué es más emocionante para un fotógrafo que visitar una nueva ciudad, cámara en mano?
Especialmente cuando eres un extranjero, fascinado por el arte urbano y que aterriza por primera vez en Bogotá, la capital sudamericana del Graffiti.
Pero hasta ahora, una particularidad distingue a Bogotá de todas las capitales que visité: la Seguridad con un gran “S”.
En cada rincón de la ciudad, las videocámaras acompañan las caminatas del fotógrafo urbano, que se convierte en el centro de atención del visor óptico.
No es fácil incorporar esta característica para un ciudadano europeo que está demasiado acostumbrado a sacar su cámara en todas partes de una ciudad y en cualquier circunstancia, sin ser regañado porque tomó una foto.
En la realidad Bogotana, pocos minutos son necesarias para que el servicio de vigilancia te identifique entre la multitud de transeúntes y te notifique la prohibición de tomar fotos.
Por ejemplo, en los grandes centros financieros de la capital, es mejor hacer un poco de reconocimiento con las manos en los bolsillos antes de sacar el equipo. En estos lugares no se puede esperar a que el vigilante entienda tus argumentos artísticos:
no hay autorización, no hay fotos; las órdenes son las órdenes».
¿Te sientes culpable? Ojala que no … Siendo cazador de imágenes, será necesario adaptar tu técnica al lugar visitado.
Pero ya que la motivación es más fuerte que la prohibición, tomar buenas fotos aumentará el reto y te empujará a ser más eficiente. Basta la vacilación.
Ahora si no tienes el alma de un espía, siempre puedes visitar los lugares más turísticas de la capital o otro barrio. La capital colombiana está llena de lugares altamente fotogénicos.
En cualquier caso, nunca dejes ganar al desaliento. Incluso bajo alta vigilancia, los fotógrafos serán siempre los testigos de la ciudad.
Jérémie Houdin
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