Por Camila Hermida
Como cuenta Vanessa Rosales en uno de los capítulos de su libro Mujeres Vestidas, estamos viviendo una época de eclecticismo estético como ninguna otra. Este eclecticismo hace que sea más fácil desafiar al sistema.
Viaja a los años 20, 30 o 50 y recordarás que en las películas de la época todas las mujeres vestían igual – para los hombres no era muy diferente –, siempre como señoritas. En esos tiempos también había chicas valientes y atrevidas, utilizando cosas que se supone que no deberían, pero eran la excepción a la regla.
Moda en los años 50
En ese entonces las temporadas en la moda sí obedecían a las estaciones – primavera y verano, otoño e invierno – y no había nuevas colecciones en los escaparates en cuestión de días. Un estilo se apoderaba tranquilamente de una década completa y la transición hacia una nueva forma de vestir era lenta y gradual. Hoy tenemos más de cincuenta temporadas diferentes en el año y la velocidad a la que se mueve la industria de la moda dificulta que un estilo se imponga sobre otro.
El avance vertiginoso de las colecciones y la superposición que causa hace posible la coexistencia de estilos. Es difícil determinar qué está vigente y qué no y el carácter cíclico de la industria hace más confusa la situación: ¿Cómo saber si algo está de moda o no – si es aceptado socialmente – si las tendencias del pasado no dejan de regresar?
¿Vivimos en un mundo en el que todo es válido?»
No me atrevería a afirmar que sí – los jeans de tiro exageradamente bajo de finales de los 90 no deberían regresar – pero la flexibilidad existente es innegable. Esta flexibilidad, además de pasar barreras temporales, desafía los estereotipos de género.
Brian Molko, ícono andrógino de los años 90
¡Las etiquetas son para la ropa!»
Se siente fuera de lugar decir que las mujeres hermosas andan por el mundo en vestidos vaporosos y ligeros, vestidas de rosa de pies de cabeza. Las declaraciones políticas a través de la moda van en aumento y me llena de alegría ver a figuras como Ezra Miller dejando de lado la forma en la que se supone que un hombre debe vestir.
Esta percepción acerca de lo que es correcto en un hombre o en una mujer se desvanece. Años atrás las prendas para cada uno obedecían a las exigencias de la vida diaria: Los hombres necesitaban comodidad para trabajar y las mujeres, al permanecer la mayor parte del tiempo en casa, vestían atuendos complicados que gritaban:
No, no necesito moverme. Soy de carácter decorativo”.
Mujeres en la época Victoriana
La vida moderna es algo diferente.
Aunque una verdadera igualdad todavía es una utopía, en muchos entornos se ha dejado de asumir a las mujeres como algo decorativo u ornamental. La ropa que vestimos ya no es un limitante, es una decisión con posibilidades infinitas. Una mujer en uniforme de trabajo dejó de ser un suceso desconcertante, y las opciones existentes nos dan la posibilidad de hacer las mismas cosas que muchos – básicamente todos – los hombres.
Si los roles tradicionales de “hombre” y “mujer” se están desdibujando, ¿por qué no lo hacen las siluetas?
Es verdad que anatómicamente somos diferentes, pero no todas las mujeres quieren curvas perfectas de reloj de arena, ni todos los hombres la figura ancha y rectangular de un gladiador. La oferta de prendas en los dos casos ha aumentado y está llegando a un punto neutro – hay de todo para todos – pero las siluetas designadas para hombres y mujeres siguen siendo limitadas.
Cuando eres una chica es difícil encontrar una camiseta básica que no “abrace tus inexistentes curvas” o pantalones con bolsillos en los que se pueda guardar algo. Es difícil adaptarte a tallajes extraños que asumen que todo tu cuerpo es perfectamente proporcional, como el de una muñeca.
Por esto – personalmente – encontré una forma de desafiar al sistema»
Las etiquetas tampoco son para la ropa.
Un pedazo de tela con una serie de cortes y costuras que le dan forma, así como un trabajo de oficina o un deporte, no tiene un género establecido. No tiene un fin último ni está tecnológicamente programado para rechazar un cuerpo. Las prendas son una segunda piel que abraza sin ver, sin quejas o reclamos.
Si estamos viviendo en una época de eclecticismo y libertad en la que todo se vale, ¿por qué no podemos usar la ropa que queramos? Y no solo estoy hablando de mujeres utilizando ropa de hombre, también aplica en el sentido contrario.
No tengo una formación especial en moda ni puedo nombrar quince diseñadores europeos en treinta segundos, pero la industria de la moda y el streetstyle – el estilo que se ve en las calles – me tienen encantada. Puedo pasar horas observando fotografías de los asistentes a las semanas de la moda alrededor del mundo y he aprendido algunas cosas de ellos.
En los altos círculos de la industria, a la entrada de las pasarelas, no existe una versión única de lo que está bien o mal. El estilo personal en su máximo esplendor es protagonista y el valor está en ser diferente. El deseo de ser es más fuerte que el deseo de pertenecer y se hace visible en las imágenes que llenan internet directo desde las capitales de la moda.
No es raro ver a las chicas más delicadas utilizando abrigos enormes y versiones menos acartonadas de un traje de negocios. Tampoco lo es encontrar hombres vestidos de pies a cabeza en estampados brillantes, con la última cartera o bolso de mano colgando del cuello y un mar de accesorios, y es mucho menos que impactante ver personajes que navegan entre los dos mundos, pero nunca pertenecerán completamente a ninguno.
Si a los más expertos en el tema no les interesa saber de qué sección viene lo que estás utilizando, ¿por qué debería importarte? ¿Por qué es relevante para personas que no tienen ni idea del tema?
Esta es una invitación abierta a experimentar, ignorar los comentarios indignados de tu mamá porque hayas salido así a la calle y disfrutar. El estilo es más personal e intransferible que un documento de identidad, y no deberías dejar que nada ni nadie – además de ti – lo defina
Este 28 de septiembre nos blindamos con argumentos para apoyar la despenalización completa del aborto en Colombia. Por: Mar Rodríguez Crecer en latinoamérica…
Hola a todas, todos y todes, El 28 de abril a las 2 de la tarde empezó una movilización que marcaría un antes y un…