Futuro y desequilibrio

Iniciar un camino hacia el futuro es indudablemente una encomienda tortuosa, y más aún cuando los caminantes son cuerpos acostumbrados a llevar consigo el lastre de la exclusión y la inequidad.

Impulsados por la imagen de un mañana distinto al presente, se embarcan en un viaje obstaculizado por unos y estigmatizado por otros; un viaje que inicia y no termina, condenado a ir siempre cuesta arriba.

Cruzando montañas y bosques en busca de certezas, los caminantes labran senderos hacia el «futuro», resistiendo a los diversos síntomas de una ciudad apática, a veces atrapados en el destiempo o en el hábito.

Pero el futuro es una metáfora, una imagen incierta, un destino sin lugar»

A pesar de ello, cada camino tiene su esencia propia y cada caminante es portador de un universo, capaz de cargar en la espalda el peso de la familia y el trabajo, construyendo con esfuerzo un espacio en donde poder refugiarse del mal tiempo y los malos ratos.

Un paso a la vez.

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